miércoles, 14 de septiembre de 2016

Cuando la religión es una aliada.




Estando en los campos de refugiados, por llamarlos de alguna manera, ya que la mayoría aún no encuentra el anhelado refugio, traté de imaginarme una situación similar pero en América.  Recorrí con mi mente diferentes situaciones que viví desde que estuve en la Isla de Lesbos hasta el último campo en Sindos pasando claro por Idomeni, lo que fue el mayor campo de refugiados de Europa y que albergaba más de 13.000 almas.
Recuerdo los rostros pacíficos y pacientes, aunque muchos se parecían más a resignación. Las largas colas que serpenteaban los corralitos para conseguir una sopa de verduras o la inmundicia de comida que les entrega el gobierno griego acompañado de alguna fruta y una factura bien chiclosa y seca. La queja aparecía, claro, seis meses después de ver bloqueados sus sueños de llegar a Alemania, Francia, Inglaterra o cualquier país que los recibiese por el cierre de las fronteras hacia los Balcanes. Seis meses o un año según el caso, esperando y esperando, algún malestar genera. Pese a ello no se pierde lo pacífico de las protestas. “Open the Borders” rezan algunas leyendas pintadas en las tiendas de campaña.  Aprovechan la llegada de algún medio de prensa para desahogar sus penas y suplicar a los líderes d Europa que ablanden sus corazones y los dejen seguir camino. A pesar de todo y lo poco que tienen, siempre se guardan una sonrisa para regalar y una invitación a compartir el poco alimento que consiguen cuando no, una taza de té. Recuerdo las caminatas por Idómeni con Hasan y nuestras largas charlas sobre el Corán y las costumbres del Islám. Podíamos compartir o no algunos conceptos, pero siempre nos perdíamos en las risas ante cada pequeño contrapunto. Pasaban frío, calor, hambre y olvido pero allí seguían. Esperando.
Como argentino y por la empatía que había logrado con muchos de ellos, no podía dejar de sentirme afectado y pensar en mi familia, en mi gente, en mi pueblo. ¿Cómo hubiésemos reaccionado nosotros ante una situación similar?
Les aseguro que no tenía nada que ver con lo que viví estos meses de trabajo con sirios, afganos, iraquíes  y kurdos entre otros. Nos imagino más beligerantes, con discusiones eternas y subidas de tono, imagino conflictos territoriales por las carpas, pienso en la conocida “viveza” argentina y en cómo sería el trato para con los chilenos, bolivianos o paraguayos  y viceversa dentro de un campo de refugiados en común. Cómo nos jugarían las rivalidades… Pienso en ello y nos veo más violentos. Me imagino las horas y horas de tedio e incertidumbre regadas por el alcohol y otras sustancias que sumadas a la situación extrema podría ser una combinación letal. Puede que esté equivocado o muy equivocado pero es lo que imagino. Nos imagino muy lejos de la realidad, que hoy se vive en los centros para “refugiados”. Hay conflictos y diferentes situaciones de violencia. Pero el hecho del no consumo de drogas o alcohol prohibido por el islam ayuda y mucho a que esas situaciones no se desmadren.
Hollywood, como agencia de propaganda norteamericana, ha logrado instalar en el imaginario colectivo occidental, la idea de equidad entre musulmán y terrorismo. Como lo han hecho con los indios salvajes combatidos por gloriosos cowboys, con los amarillos vietnamitas que torturaban nobles soldados americanos en la selva, con los sudamericanos narcotraficantes, sucios y guerrilleros que se oponían al sueño americano de la Escuela de las Américas. Hace ya unos años se han embarcado en posicionar a los musulmanes como los culpables de todos los males y de cada atentado. No importa quien entrenó a Osama Bin Laden, tampoco quién potenció a Sadam Hussein y financió a los rebeldes en Siria para desestabilizar al gobierno.
Musulmanes los hay de todo tipo, como cristianos, hindúes, judíos o ateos. Pero mi experiencia en los diferentes trabajos con refugiados, en su mayoría musulmanes, ha sido de mucho respeto. Los veo solidarios, pacíficos,  estigmatizados por los actos inhumanos del Isis y demás grupos que se proclaman musulmanes pero asesinan sobre todo a otros musulmanes. El miedo y la ignorancia nos hace una sociedad  débil, xenófoba y cada vez más fascistas.
Agradezco a personas como Mohamed, Hasan, Nizar que me enseñaron a limpiar la basura que desde los medios y Hollywood nos van colando día a día desde un bombardeo informativo constante.





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